RESTAURACIÓN BIOLÓGICA Y TERAPÉUTICA ORTOMOLECULAR.
Por: Miguel Leopoldo Alvarado Saldaña...
Durante los siglos precedentes las actividades agropecuarias, tecnológicas, industriales y médicas, fueron inspiradas en un arquetipo biomimético (biomimético: imitativo de la vida; sistema que imita la vida y la naturaleza, en los sistemas productivos humanos con el fin de hacerlos compatibles con la naturaleza) respetuoso de la biosfera natural, sistema de ecosistemas perfeccionado por millones de años de rodaje y evolución, que sustenta la vida con los elementos presentes en el medio ambiente: biomoléculas, nutrientes, oxígeno, agua y luz, transformables en material informativo, estructural, funcional y energético.
El cuerpo humano, elemento constitutivo del ecosistema, se encuentra formado por billones de micro-ecosistemas celulares integrados por componentes estructurales y mecanismos funcionales armonizadamente engranados y ajustados durante el proceso evolutivo y de adaptación a las condiciones medioambientales y nutricionales del entorno natural; las miles de piezas (biomoléculas) y los complejísimos mecanismos que componen las células, los tejidos y los órganos del cuerpo humano, mantienen una admirable y armoniosa estabilidad dinámica consigo mismos y con el medio ambiente, denominada homeostasis, controlada por sutiles mecanismos de retroalimentación.
El organismo humano y cada una de sus células desarrollaron durante su rodaje evolutivo información y mecanismos naturales de automantenimiento y autoreparación para mantener la vida y la salud, siempre y cuando cuenten con el suministro apropiado y suficiente de las biomoléculas naturales necesarias, en cantidades y proporciones similares a aquellas con las que evolucionó y que se encuentran en los alimentos naturales producidos sin alteraciones genéticas, biológicas o químicas.
El sistema de autoreparación destinado a mantener la salud, funciona eficientemente siempre y cuando además de suministrársele el material plástico, funcional y energético necesario, se conserve libre de excesos, de contaminantes, de sustancias extrañas a la naturaleza, y se mantenga en armonía con el medio ambiente externo. En caso contrario se producirán disturbios químicos que engendrarán enfermedades degenerativas.
El término Biomimésis se usó, en los años noventa en diversas disciplinas de investigación, partiendo de la idea de que la naturaleza, es la única empresa que nunca ha quebrado en unos 4.000 millones de años de rodaje y evolución. Según el biólogo Frederic Vester, este concepto nos proporciona el modelo para el desarrollo de tecnologías sustentables y de alta productividad. La idea de Biomimésis se encuentra estrechamente relacionada con el principio de precaución: para apartarnos de los “modelos” de la naturaleza necesitamos razones mucho más fuertes, y conocimiento mucho más fiable.
Pues bien, este arquetipo biomimético debiera ser el único modelo inspirador de las ciencias de la salud y los alimentos. Sin embargo, bajo el modelo mercantilista global del Nuevo Orden Mundial, dirigido tras bambalinas por la oligarquía dominante, nos encontramos inmersos en pleno desarrollo de un sistema tecnológico-industrial, que pretende suplantar a la evolución, sustituyendo las moléculas, los mecanismos y los sistemas naturales que componen a su vez el ecosistema de la biosfera, por otros creados artificialmente por el hombre para servir a fines exclusivamente mercantiles. El móvil es muy simple: los ordenamientos jurídicos impiden patentar y adquirir derechos legales sobre lo natural, permitiendo en cambio, patentar y adquirir derechos de propiedad sobre los productos artificiales inventados por el ingenio humano. Este modelo de desarrollo pretende desplazar del mercado a todos aquellos productos y servicios de los cuales, los oligopolios dominantes no puedan apropiarse y adquirir derechos para monopolizarlos con fines lucrativos. De consolidarse este sistema, solo unas cuantas enormes empresas multinacionales cuyo capital social es mayor que el PIB de algunos países, ostentarán los derechos primarios de todos los productos y servicios susceptibles de ser fabricados y comercializados; otorgarán concesiones y franquicias a miles de pequeñas y medianas empresas, pero estas tendrán que pagar tributo mediante pago de derechos y regalías a las empresas dominantes, creando un nuevo colonialismo y esclavismo económico.
Este modelo mercantilista global pretende controlar todo, incluyendo la alimentación y la salud, mediante el dominio de unas cuantas empresas agroquímicas, alimentarias y farmacéuticas. Se pretende controlar la producción de alimentos, desde la producción agrícola y ganadera, imponiendo exclusividad legal a la utilización de semillas, animales transgénicos, abonos químicos, alimentos industrializados para aves y ganado, hasta la elaboración de comestibles artificiales con ingredientes refinados y aditivos químicos producidos por los oligopolios del ramo, y bajo reglas y normas impuestos por los burócratas y los tecnócratas incrustados en La Comisión del Codex Alimentarius de la O. N. U. (Conferencia del Dr. Matthias Rath, marzo de 1999, Augsburg-Gersthofe).
En un gran negocio basado en la enfermedad a las personas que adquieren enfermedades por la malnutrición y la toxemia originada por los alimentos industrializados y la polución química del agua, el aire y los alimentos, se les evitaría el acceso a sistemas terapéuticos y productos naturales para su recuperación, prohibiendo y catalogando como “charlatanería” a las terapias naturales que emplean dietas, nutrientes, plantas medicinales, hidroterapia e higiene natural como lo ha propuesto en varias ocasiones La Comisión del Codex Alimentarius, según ha denunciado el Dr. Matthias Rath.
La idea es que la gente, solo pueda comer “alimentos artificiales”, y una vez enferma, solo tenga acceso a productos químicos artificiales teóricamente curativos, inventados y producidos por la industria farmacéutica, y prescritos por médicos adeptos al sistema. A todo aquel que disienta, se le catalogará como charlatán, curandero, defraudador, anticuado e inclusive en algunos países como delincuente.
La intención es sustituir todo los productos y métodos terapéuticos naturales, por productos y métodos terapéuticos artificiales, supliendo los procedimientos y las sustancias naturales para el cultivo agrícola, por procedimientos y abonos químicos fabricados con productos excedentes de la industria de armamentos y petroquímica; los alimentos naturales para aves y ganado, por alimentos artificiales que dan origen a animales enfermos, de escaso valor nutritivo y repletos de toxinas; los productos, las costumbres y los métodos ancestrales de preparación culinaria, por comestibles artificiales elaborados con ingredientes altamente concentrados, refinados y repletos de sustancias artificiales sintetizadas por los laboratorios de la industria agroalimentaria; los nutrientes y las biomoléculas naturales presentes en alimentos y plantas medicinales, por sustancias artificiales sintetizadas por los laboratorios de la industria farmacéutica y por supuesto patentadas; las semillas, los vegetales y los animales producto de la naturaleza, por semillas de vegetales y animales genéticamente modificados, creados por la nueva, pujante y lucrativa industria de transgénicos. Pero echemos un vistazo a lo que está ocurriendo con la implementación consecuencia de este sistema:
CONTAMINACIÓN QUÍMICA Y DISRUPTORES ENDOCRINOS
Inevitablemente los seres vivos alteran su entorno en su lucha por sobrevivir. Así ha sido desde que los microorganismos empezaron a cambiar la composición química de la atmósfera de la Tierra hace unos dos mil millones de años.
El comportamiento de los seres humanos, no ha sido diferente, sin embargo durante la mayor parte del tiempo que llevamos pisando el planeta, nuestra repercusión ha sido discreto. La escala de los cambios generados por los humanos en la biosfera ha sido leve en comparación con la de las fuerzas naturales que configuraron el planeta.
Pero, el siglo XX señala una auténtica línea divisoria en la relación entre el ser humano y la Tierra. El poder tremendo y sin precedentes de la ciencia y tecnología, unidos al simple número de personas que viven en el planeta, han transformado la escala de nuestra repercusión desde el ámbito local y regional al global.
Las sustancias químicas sintéticas creadas por el hombre han sido una fuerza fundamental en las alteraciones de los sistemas fundamentales que soportan la vida. Mediante la creación y emisión de miles de millones de kilogramos de sustancias químicas artificiales en el último medio siglo, hemos introducido cambios en gran escala en la atmósfera de la Tierra e incluso en la química de nuestros propios organismos. En los últimos 50 años, las sustancias químicas artificiales han adquirido tal omnipresencia en nuestro medio ambiente y en nuestros organismos, de tal manera que ya no es posible definir una fisiología humana normal, no alterada. No hay un lugar limpio y no contaminado, ni tampoco ningún ser humano que no haya adquirido una carga considerable de sustancias químicas persistentes que actúan como disruptores hormonales. Consuelo Cortés Rodríguez; disruptores hormonales.
La civilización y economía actuales se basan en la utilización de combustibles fósiles y de sustancias químicas sintéticas. Según estimación de la industria química, las sustancias químicas sintéticas cloradas y los productos hechos a partir de ellas constituyen el 45 por ciento del producto nacional bruto mundial.
Nuestra sociedad actual es impensable sin el comercio de sustancias químicas baratas y abundantes que han configurado la agricultura los procesos industriales, las economías y nuestras ciudades. La era química ha creado productos sintéticos como fibras para ropa, polímetros para fabricar todo tipo de envases, utensilios y muebles, también alimentos artificiales que junto con la contaminación enferman al hombre y para sanarlo sustancias químicas sintéticas artificiales catalogadas como fármacos que suprimen síntomas pero que en realidad lo enferman aun más.
Cabe destacar que numerosas sustancias químicas sintéticas denominadas xenoestrógenos o xenobióticos, funcionan como disruptores endocrinos y alteradores hormonales que suplantan a las hormonas naturales, trastornando los procesos normales de reproducción y desarrollo, destacando por su acción sobre el equilibrio en el balance de estrógenos, andrógenos y progesterona.
Se han descrito diferentes grupos de sustancias químicas sintéticas que engañando al los organismos animales y humanos se comportan in vivo como los estrógenos:
1) Plaguicidas organoclorados (DDT, dieldrín, clordecona, endosulfán y toxafeno).
2) PCBs.
3) Agentes tenso-activos.
4) Ftalatos.
5) Monómeros plásticos (poli-carbonato, metacrilato, rexinas epoxi).
Se ha encontrado que el cuerpo de animales y seres humanos confunde las sustancias mencionadas con estrógenos. Cuando se administra DDT a pollos no desarrollan testículos, y no les crece las crestas y las barbas típicas de los gallos. Hasta la fecha, los investigadores han identificado al menos 51 compuestos químicos sintéticos -muchos de ellos ubicuos en el medio ambiente- que trastornan de un modo o de otro el sistema endocrino. Casi todas las discusiones sobre disruptores hormonales se centran en el DDT, los PCBs (líquidos contenidos en transformadores eléctricos) y las dioxinas, pero no necesariamente porque representen el único peligro, o el más grave. Se llevan la atención porque son los únicos que se han estudiado con cierta profundidad.
Estos imitadores artificiales de los estrógenos difieren en aspectos fundamentales de los estrógenos vegetales, ya que nuestro organismo es capaz de descomponer y excretar los imitadores naturales de los estrógenos, pero muchos de los compuestos artificiales resisten los procesos normales de descomposición y se acumulan en el cuerpo, sometiendo a humanos y animales a una exposición de bajo nivel pero de larga duración.
Muchos de los imitadores hormonales artificiales suponen un peligro mayor que los compuestos naturales, porque pueden persistir en el cuerpo durante años, mientras que los estrógenos vegetales se pueden eliminar en un día. Earl Gray del Laboratorio de Investigación de Efectos sobre la Salud del Research Triangle Park (Carolina del Norte) estudia sobre los ratones los efectos de la vinclozolina, un antifúngico que se utiliza para la fruta, y que se ha detectado con frecuencia en alimentos infantiles de consumo habitual en EE.UU.
La vinclozolina trastorna el desarrollo y provoca sus estragos bloqueando los receptores hormonales sin dejar pasar los mensajes de la testosterona, sin estas señales de la testosterona, el desarrollo de los machos se malogra y llegan a ser hermafroditas. Gray y su colaborador William Kelce han observado que el DDE -producto de la descomposición del DDT que más frecuentemente se encuentra en el cuerpo humano- actúa como bloqueador de los andrógenos, también reduce el nivel de hormonas, acelerando su descomposición y eliminación, la escasez puede tener efectos tan perjudiciales como el exceso, ya que el feto en desarrollo es sumamente sensible a los niveles de hormona.
Los investigadores que intentan documentar si los aumentos que se perciben en problemas específicos reflejan tendencias auténticas en la salud humana se ven coartadas por la ausencia de datos médicos fiables. Existen pocos registros de enfermedades para dolencias distintas del cáncer. El signo más espectacular y preocupante de que los disruptores hormonales pueden haberse cobrado ya un precio se encuentra en los informes que indican que la cantidad de espermatozoides de los varones humanos ha caído en picada en el último medio siglo como lo demuestra el estudio danés encabezado por el doctor Niels Skakkebaek.
Los investigadores daneses descubrieron que la cantidad media de espermatozoides masculinos había descendido un 45%, al mismo tiempo, el volumen del semen eyaculado había descendido un 25%, por lo que el descenso real de los espermatozoides equivalía a un 50%. Nuevos estudios realizados en Bélgica, Francia y Escocia revelan una sorprendente correlación inversa entre el año del nacimiento y la salud de los espermatozoides de los hombres. Cuanto más reciente sea la fecha de nacimiento de un hombre, más bajas son las cifras medias de espermatozoides y mayor el número de anormalidades en los espermatozoides.
En el último medio siglo, Skakkebaek ha descrito que los casos de cáncer de testículo y otras anormalidades de la reproducción en los hombres ha aumentado bruscamente. Según los informes británicos, el número de testículos no descendidos en Inglaterra y Gales se duplicó entre 1962 y 1981, y aumentos semejantes se han comunicado en Suecia y Hungría. Los niveles elevados de estrógenos durante las primeras fases de crecimiento de un varón suprimen la secreción de la hormona de los folículos que estimulan la proliferación de células de Sertoli que son las que respaldan un número fijo de espermatozoides.
La exposición prenatal a sustancias químicas imitadoras de hormonas puede estar exacerbando también el problema médico más común que afecta a los varones al envejecer: el crecimiento doloroso de la glándula prostática, que dificulta la excreción de orina, y a menudo requiere intervención quirúrgica. Además en las dos últimas décadas se ha producido un espectacular aumento del cáncer de próstata, que es el cáncer más común en los hombres de los EE.UU. El Instituto Nacional del Cáncer informa de un incremento del 126 por ciento en el cáncer de próstata de 1973 a 1991, tales cifras de incidencia se han ajustado para eliminar el efecto de cambios demográficos como el constante crecimiento de la población de hombres en edad avanzada.
El aumento de los embarazos tubáricos o ectópicos, los abortos y otros problemas de reproducción en las mujeres, pueden tener vinculación con las sustancias químicas disruptoras. Las hijas de madres con acumulación en su cuerpo de DDT y DES sufren entre 3 y 5 veces más embarazos ectópicos que las mujeres no expuestas, entre 1970 y 1987 la tasa de estos embarazos había aumentado un 400 por ciento. El Instituto Nacional de la Salud Infantil y Desarrollo Humano de EE.UU calcula que la endometriosis afecta entre un diez y un veinte por ciento de las mujeres estadounidenses en edad fértil, siendo que a principios del siglo XX era casi inexistente. Antes de 1921 sólo había 20 informes de esta dolencia en la literatura médica mundial.
Después de años de discusión sobre la endometriosis, se ha llegado a concluir que al parecer está relacionada con alguna alteración del sistema inmunitario. Estudios en Alemania han revelado que las mujeres que padecen esta enfermedad tienen niveles más elevados de PCBs y de dioxina, estos compuestos según hemos visto afectan al sistema inmunitario así como a parte del sistema endocrino. Así mismo las mujeres que padecen abortos tienen en su cuerpo niveles de PCBs más altos que las mujeres que cursan embarazos normales.
Pero la tendencia más alarmante con diferencia para las mujeres es la creciente tasa de cáncer de mama, que es el cáncer femenino más común. Como principio general, el riesgo de cáncer de mama está vinculado con la exposición total de la mujer durante toda su vida a los estrógenos. Sólo el 5% de los cánceres de mamas son consecuencia de una propensión genética heredada. Desde 1940, en los albores de la era química, las muertes por cáncer de mama han aumentado constantemente en un 1% anual, en los países industrializados. Este tipo de cáncer es ya la principal causa de muerte de mujeres norteamericanas de entre 40 y 45 años de edad.
A excepción de un número reducido de compuestos, como los PCBs, no sabemos prácticamente nada sobre los peligros que representan para el pensamiento y el comportamiento las miles de sustancias químicas del mercado. En EE.UU se calcula que entre el 5 y 10% de los niños en edad escolar padece de una serie de síntomas relacionados con la hiperactividad y las deficiencias de atención que les impide aprender y prestar atención. La capacidad de los PCBs para causar lesiones cerebrales proviene en parte de la alteración de otro componente del sistema endocrino, las hormonas tiroideas. Estas hormonas estimulan la proliferación de células nerviosas y después guían la liberación ordenada de las células nerviosas a las zonas adecuadas del cerebro. La T4 es la forma de hormona tiroidea que es decisiva para el desarrollo prenatal del cerebro.
Por el momento hay más preguntas que respuestas acerca del impacto de sustancias químicas disruptoras hormonales en los seres vivos. No será posible por el momento determinar una relación definitiva causa-efecto con los contaminantes en el entorno. Nos hallamos ante un dilema habitual e ineludible cuando se intenta evaluar los efectos retrasados de la contaminación ambiental. También nos enfrentamos al problema de no disponer de ningún grupo de control auténtico de individuos no expuestos para efectuar estudios científicos comparativos.
Desordenes nutricionales
Distintas variables pueden originar malnutrición, toxemia y por lo tanto enfermedad degenerativa: cuando un elemento nutrimental se encuentra totalmente ausente en la dieta (malnutrición por carencia: desnutrición); se encuentra presente pero en cantidades insuficientes (malnutrición por insuficiencia: desnutrición); se encuentra presente pero con estructuras y características químicas deformadas distintas a las naturales (malnutrición por anti-nutrientes: anti-nutrición; ejemplo: ácidos grasos esenciales de configuración trans-trans en vez de la natural cis-trans); se encuentra presente pero en proporción con otras sustancias distintas a la natural (malnutrición por desequilibrio; ejemplo: desproporción entre calcio y fósforo; un aporte excesivo de fósforo, aunque no es tóxica, produce eliminación de calcio y descalcificación); se encuentra presente, pero en elevadas concentraciones energéticas diferentes a las que se encuentran a los alimentos naturales, excluyendo numerosos nutrientes esenciales y fibras (malnutrición por exceso, overnutrición, ejemplo: azucares, harinas y grasas refinadas); o bien, se introducen al cuerpo a través de los alimentos moléculas sintéticas artificiales que no existen en la naturaleza (malnutrición por intoxicación: es el caso de las numerosas sustancias químicas artificiales utilizadas para estimular la producción de alimentos, protegerlos de microorganismos, insectos y roedores o bien para una vez procesados hacerlos más agradables a los sentidos).
La del homo sapiens es sólo una entre las 400 mil especies de plantas y el millón de variedades de animales sobre la Tierra. Aunque es el más avanzado de los seres vivientes, no se escapa de estar sujeto a las reglas básicas que gobiernan a todos los seres vivos. Así, los humanos, como los miembros de todas las demás especies, tienen que tomar sustancias del exterior para perpetuar su corporalidad y mantener sus funciones fisiológicas. En la civilización moderna, estas sustancias -denominadas alimentos deberán seguir siendo como antaño, las plantas y los animales de la naturaleza.
La tarea a la que nos enfrentamos en el próximo medio siglo es la de rediseño. Es necesario rediseñar los alimentos, los medicamentos, los envases, los detergentes, la agricultura, la industria y las organizaciones institucionales engendradas por la era química. Tenemos que encontrar fórmulas más seguras, mejores, más inteligentes y compatibles con la ecología planetaria para satisfacer necesidades humanas básicas y, en la medida de lo posible deseos humanos.
Nada sin embargo, será más importante para el bienestar y la supervivencia humanos que la sabiduría para apreciar que por grandes que sean nuestros conocimientos, nuestra ignorancia también es inmensa. Debido a esta ignorancia hemos asumido enormes riesgos y hemos jugado inadvertidamente con la supervivencia. Consuelo Cortés Rodríguez; disruptores hormonales.
Ahora debemos trabajar en reconstruir los sistemas celulares dañados, de manera que encajen armoniosamente con la naturaleza, reinsertando los sistemas humanos dentro de los sistemas naturales, para evitar una crisis ecológica de enormes magnitudes. Los sistemas naturales tienen 3.500 millones de años de experiencia en la eficiente creación de sistemas ecológicos sustentables, y necesitamos armonizar la actividad científica y tecnología humana con ellos. Por lo que es necesaria la creación de:
Una ecología industrial, remedando los ciclos cerrados de los materiales en la biosfera;
Diversos agro-ecosistemas mucho más cercanos a los ecosistemas naturales que la actual agricultura industrial quimizada;
Desarrollar una biotecnología ambientalmente compatible, con biomoléculas artificiales donde sea preciso, pero guiándonos por el proceder de la misma naturaleza.
Se trata de imitar la naturaleza no porque sea una “maestra moral”, sino porque funciona. No es que lo natural supere moral o metafísicamente a lo artificial: es que lleva más tiempo de exitoso rodaje.
Es necesario evitar los productos xenobióticos, es decir, aquellos productos químicos u organismos producidos artificialmente que resultan “extraños” para los sistemas naturales. Los estudios más recientes muestran cómo cantidades minúsculas de contaminantes pueden causar con el tiempo efectos desastrosos sobre los sistemas biológicos: lo que hemos aprendido en los años noventa sobre disruptores hormonales invita a extremar la prudencia. En cuanto a los organismos transgénicos, se les dedicará su debida atención en otros artículos.
El arquetipo biomimético que se expresa desde 1991 en la revista Biomimetics, funciona robando ideas a la naturaleza. Su hipótesis básica es que la evolución, a la larga, identifica soluciones óptimas; y por ello los seres vivos alcanzan a menudo una perfección funcional susceptible de estudiarse e imitarse.
La Biomimésis como arquetipo inspirador de la nueva medicina del siglo XXI, Terapéutica Ortomolecular y Restauración Biológica deberá centrar sus esfuerzos en la creación de una estrategia de restauración de los sistemas celulares dentro de los sistemas orgánicos del cuerpo humano, comprendiendo a fondo los principios de funcionamiento de la vida en sus diferentes niveles (y en particular en el nivel eco-sistémico) con el objetivo de reconstruir los sistemas humanos de manera que encajen armoniosamente en los sistemas naturales.
La Medicina Ortomolecular inspirada en el modelo biomimético, postula que para restaurar la salud, prevenir y curar las enfermedades degenerativas es necesario depurar al cuerpo humano de las sustancias químicas artificiales que se han acumulado en sus tejidos y mediante una dieta compuesta por alimentos naturales e integrales y complementos alimenticios proporcionar al organismo los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento, así como mantener el entorno ambiental limpio de contaminantes, de esa manera la mayoría de las enfermedades degenerativas atribuidas al actual modelo de civilización, no se manifestarían. Por tanto, es preciso asegurarse de que el nuevo modelo alimenticio y terapéutico representado por la Terapéutica Ortomolecular y la Estrategia de Restauración Biológica que se está configurando ya, aporte todos los nutrientes en cantidad y proporciones óptimas, como lo propuso Linus Pauling: Sociedad Española de Nutrición Ortomolecular.
BIBLIOGRAFÍA
Matthias Rath M.D. y Linus Pauling PH.D. Solución al rompecabezas de la enfermedad cardiovascular humana: Su principal causa es un déficit de ascorbato que induce el depósito de lipoproteína(a) y fibrinógeno/fibrina en la pared vascular.
Matthias Rath M.D. y Linus Pauling PH.D. La apoproteína (a) es una proteína de adhesión.
Matthias Rath M.D. y Linus Pauling Ph.D. La proteólisis inducida por la plasmina y el papel de la apoproteína(a), la lisina y los análogos sintéticos de la lisina
Consuelo Cortés RODRÍGUEZ. Disruptores hormonales.
WORLDWATCH INSTITUTE. La situación en el mundo 2001. Fundación Hogar del Empleado. Icaria. Barcelona.
THEO COLBORN, JOHN PETERSON MYERS Y DIANNE DUMANOSKI. Nuestro futuro robado. Ecoespaña. Madrid.
CHARLES T. McGEE. Salud, alimentación y medio ambiente. Paidós. Barcelona.
FRANCISCO VARGAS MARCOS y otros. Sanidad Ambiental. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid.
DIODORA CALVO y otros. Ciencias de la tierra y el medio ambiente. McGraw Hill. Interamericana de España. Madrid
Notas adicionales:
El Dr. Matthias Rath es un famoso médico y científico que ha logrado un revolucionario avance científico para en la prevención y el tratamiento de forma natural de la arteriosclerosis, enfermedad origen del infarto de miocardio y la apoplejía. Por lograr este avance se le concedieron las primeras patentes del mundo sobre la reversión natural de las enfermedades cardiovasculares.
El Dr. Rath discípulo de Linus Pauling es fundador de una nueva corriente medica denominada Medicina Celular, o en palabras de Pauling, Medicina Ortomolecular con una nueva comprensión científica, que establece que enfermedades degenerativas comunes en nuestras sociedades, también denominadas enfermedades de la civilización como el infarto de miocardio, la apoplejía o el cáncer son consecuencia de una carencia de vitaminas, minerales y otros biocatalizadores en los millones de células del cuerpo humano.
Las publicaciones científicas del Matthias Rath han aparecido en la prensa científica más renombrada, como por ejemplo Arteriosclerosis (American Heart Association) y Proceedings of the National Academy of Science (Academia de Ciencias de los Estados Unidos). Su libro Por qué los animales no sufren infarto y los hombres, ha sido traducido a doce idiomas y hasta ahora ha alcanzado un millón de ejemplares vendidos.
El Dr. Rath es el fundador y director del Instituto Internacional de Investigación y Desarrollo, cuya meta es erradicar las enfermedades comunes en nuestra sociedad mediante terapias naturales efectivas orientadas a las causas del problema y sin efectos secundarios.
Los innovadores conocimientos del Dr. Rath han provocado la reacción a escala mundial de la industria farmacéutica, orientada únicamente al tratamiento de los síntomas. Como contraofensiva, la industria farmacéutica trata desde hace años de imponer a la fuerza medidas proteccionistas a través de la ONU, el Parlamento Europeo y los Parlamentos de la mayoría de los países industrializados, cuyo objetivo sería prohibir cualquier información sanitaria vital relativa a las terapias con vitaminas y los medicamentos naturales.