domingo, 26 de mayo de 2024

La Evolución de la Alimentación en Estados Unidos

La Evolución de la Alimentación en Estados Unidos: De la Gran Depresión a los alimentos industrializados


Durante la Gran Depresión, el desempleo era omnipresente y las colas para obtener comida gratuita se extendían interminablemente. Esta crisis, consecuencia del colapso bursátil de 1929, transformó un próspero Estados Unidos en una nación marcada por la pobreza y el hambre. Antes de este periodo, la idea de que el gobierno debía alimentar a su población no era común. Sin embargo, la situación cambió drásticamente cuando el desempleo alcanzó el 25% en 1933, y las largas filas para obtener alimentos gratuitos se convirtieron en una realidad diaria incluso para aquellos con empleos públicos proporcionados por el New Deal de Roosevelt.

“La Gran Depresión fue la primera vez que el gobierno federal asumió la responsabilidad de alimentar a los hambrientos”, señala Andrew Coe, coautor de "A Square Meal: A Culinary History of the Great Depression". El gobierno de Franklin D. Roosevelt, buscando maneras de alimentar a las familias de manera económica, implementó las comidas de 7.5 centavos de Eleanor Roosevelt, aunque estas eran a menudo insípidas y poco nutritivas.

La llegada de la Segunda Guerra Mundial subrayó aún más el problema de la desnutrición, cuando muchos hombres jóvenes fueron rechazados del ejército por estar por debajo del peso adecuado. Esto impulsó al gobierno a mejorar la dieta de los estadounidenses, promoviendo una mayor ingesta calórica y modernizando la agricultura mediante la mecanización y electrificación rural, además de invertir en infraestructura de transporte.

En 1941, Thomas Parran, jefe de salud pública, destacó la necesidad de proporcionar alimentos adecuados a precios accesibles, rechazando la solución de recurrir a medicación para combatir la desnutrición. La política gubernamental se enfocó en abaratar los alimentos y en la fortificación de productos con vitaminas, lo que impulsó la producción de alimentos ultraprocesados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la suburbanización y la “supermercadización” transformaron la venta de alimentos. Surgieron productos como las "cenas de TV", alimentos precocidos que solo requerían calentarse. Aunque convenientes y baratos, estos productos reemplazaron ingredientes completos por versiones más baratas y menos nutritivas, cargadas de azúcares, sal y grasas de mala calidad. Esta evolución hacia una dieta basada en alimentos ultraprocesados ha tenido consecuencias significativas.

La administración de Earl Butz en los años 70 promovió el monocultivo de maíz y soja, aumentando la producción calórica por hectárea y el uso de estos cultivos en ultraprocesados, como el jarabe de maíz de alta fructosa. La Dieta Estadounidense Estándar se convirtió en una dieta de alimentos preparados y ultraprocesados, adaptando incluso las comidas de otras culturas a esta nueva realidad.

Según la FAO, los ultraprocesados son convenientes, atractivos y rentables, pero también nutricionalmente desequilibrados y propensos a ser consumidos en exceso. Esta tendencia ha llevado a un aumento en las enfermedades no transmisibles como obesidad y diabetes. Un estudio de la Universidad de Washington en 2019 destacó que los ultraprocesados son más baratos pero menos nutritivos que los alimentos no procesados.

La obesidad en Estados Unidos ha aumentado drásticamente desde 1960, afectando especialmente a las minorías y a las personas de bajos ingresos. Aunque la dieta estadounidense probablemente no cambiará significativamente en el futuro debido al poder de las grandes corporaciones alimenticias, la necesidad de un enfoque más amplio en la seguridad nutricional es evidente para combatir las crecientes tasas de obesidad y enfermedades relacionadas.

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